domingo, 25 de octubre de 2009

Rituales anuales no tan fugaces


“Bueno”, me dijo

entre café con leche y medialunas.

Y entonces le sonreí y comencé el día.

“Qué día?” Era la noche con sol,

y lo más importante de una estrella fugaz,

que a diferencia de otras

vino para quedarse y llover.

Entonces sólo me senté a esperar qué pasará.

Será el sudor que me cae por la frente

y apaga mi sed de tomarte, de tragarte,

de cerrarte y volverte a abrir.

Me agoté, pero sin embargo me sentí feliz.

Ese sentimiento que creo siempre conocer,

aunque creo, que adivinar equivocando

el ocho del Quini fue pura casualidad,

porque ella cumple ese día.

Y sigue siendo ese día con luna y no aguanté,

de 300 maltas contra mil persas…

seguimos cantando.

Entonces el baile comenzó junto al fuego.

Se siente el ardor que empieza por los huesos.

Y termina con picor en la punta de los pelos.


Imagen: Danidan

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