miércoles, 26 de octubre de 2011

Ganas de vivir (TedxRosario + accidente)

No es lo mismo una inquietud científica que una inquietud existencial, decía Darío (filósofo, docente, conductor de tv) hace unas semanas bien temprano en la hermosa ciudad de Rosario, que a la vez, yo estaba conociendo esa misma mañana. TedxRosario nos recibía a Debi, a Maxi y a mí con un día nublado y medio lluvioso, pero lleno de entusiasmo.

Lo científico, lo existencial y lo espiritual están siempre presentes en estas conferencias, combinados creativamente con la tecnología. Me resulta imposible que este surtido de saberes o categoría de saberes no me movilicen profundamente. Fui a varios Tedx, pero puedo decir que en este me di cuenta de algo. Si bien siempre son muy interesantes los temas sobre los que se habla, descubrí que no importa tanto lo que dicen los expositores. Es decir, no es que sienta que las temáticas me dan lo mismo y me resultan todas iguales pero reconozco que, luego de un tiempo, realmente no me acuerdo bien de que se hablo y si me preguntan me cuesta explicarlo. Entonces ahí es cuando me pregunto ¿Qué es lo bueno de ir a Ted?

Caro (sobreviviente del maremoto de Tailandia) hablaba de que “somos el otro”. Más allá de la connotación espiritual de esta frase, ahí en el auditorio, yo me sentía ella y cada uno de los expositores. Pude absorber su entusiasmo y ganas de vivir, fui cada uno de ellos durante todo el día. La Chiqui (abogada e impulsora de proyectos culturales en Rosario) decía que la percepción es educable al mismo tiempo en que yo me sentía con mi capacidad de percepción al máximo, como entrenándola. Y eso no es poco, ni fácil, porque como también dijo Martín (lic. en Publicidad con doctorado y estudia vínculos entre la ciencia, el arte y la tecnología en UCLA, EEUU) la percepción es la síntesis de todos los sentidos. Alfredo Casero (genio) fue mas directo y sentenció: cuando ves que el de al lado esta haciendo, tu sueño automáticamente se te vuelve obligación. Imaginando a los expositores como “el de al lado” mis sueños y mis ganas se potenciaban exponencialmente. Pero no se puede innovar sin generosidad, nos explicaba Alfons (fundador de la red innovadores de referencia en lengua española). Económicamente conviene la colaboración, comentaba también, y yo tomaba conciencia que estaba sentado frente a personas increíbles compartiendo su sueño y sin pagar un peso. No creo que este mal pagar por lo que uno quiere y disfruta, pero Dar es una idea muy radical y perderle el miedo a lo radical es una forma de evolucionar, y me sentía evolucionando un poco.

De repente me percate que los expositores eran en su totalidad más grandes que yo. En ese momento me resonó lo que, entre chistes, decía Casero sobre el cuidado que hay que tener cuando te planteas que tu juventud es mas importante que todo lo que los demás hicieron, ahí es el instante en que te equivocas. Reconfirmación plena sentí cuando Alex (científico, inventor y emprendedor) arranco su charla diciendo que envejecer sirve para algo.
  
Con todas estas sensaciones a flor de piel durante todo el día y su consecuente entusiasmo generado y plasmado en el tiempo, me vuelvo a preguntar ¿Qué es lo bueno de ir a Ted? ¿De que habló cada expositor? No encuentro una respuesta concreta y precisa. La expansión de conciencia me parece una constante, y la capacidad de seguir haciéndonos preguntas y transformándonos es parte de lo que, todos los que fuimos, nos llevamos.

Sería un buen momento para cerrar la historia de un lindo viernes de septiembre en Rosario pero, sin ánimos de generar suspenso de película pedorra, todavía queda bastante.

En uno de los intervalos de la jornada nos encontramos con Rama, un amigo en común de los 3 bastante particular. Fue monje en la India durante 17 años y volvió hace un tiempo a la Argentina donde se dedica a enseñar a meditar y da talleres sobre liberación de creencias, entre otras cosas relacionadas. Una de las personas mas amorosas y empáticas que conozco, un humano divino. Nos cruzamos con el y con su novia, Paula, pero como espectadores. Aclaro esto porque el año pasado Rama fue uno de los expositores de TedxRosario.

Siempre es un placer movilizador hablar y compartir momentos con él. Los 3, Debi, Maxi y yo, lo sentimos tan así que cuando finalizaron las charlas nos quedamos conversando con Rama y Pau durante 2hs y media en el hall del hotel. Nos sentamos en el piso, Pauli saco unas galletitas porque el hambre también se hacía presente en esta reunión y  Rama ubico su grabador en el medio de la ronda. Así, mientras los organizadores de Ted desarmaban todo y la gente del hotel se disponía a cerrar el lugar, nosotros disfrutábamos de hacerle preguntas a Rama. La energía que se generó potenciaba un campo vibracional que nos conectaba cada vez más.

La espiritualidad, las creencias limitantes de la mente, el ego, la conciencia, la ciencia, y dios eran las temáticas por las que andábamos. Por momentos Rama me recordaba a Darío y viceversa. Dios no se puede pensar, si se piensa, eso ya no es Dios. Pensar a Dios es pensar lo humano. La charla con Rama me remontaba, de a ratos, a cada una de la exposiciones que había presenciado anteriormente. Al final, ¿todos hablaban de lo mismo? No lo se, pero percibo que algo de eso hay. Aca abajo dejo el audio de la conversación con Rama. Es largo, pero lo vale.



Alrededor de las 21hs, y con ese estado de plenitud, emprendimos la vuelta a Capital. Me ofrecí a manejar, ya que a la ida lo había hecho Maxi y Debi tenía el carnet vencido, pero Maxi prefirió manejar él y accedí sin problema. Me senté cómodamente en el asiento trasero y arrancamos el viaje. Al no tener la responsabilidad del volante y como para celebrar mi estado de plenitud y entusiasmo decidí comer un brownie loco que me habían obsequiado. Maxi manejaba y obviamente no comió, Debi tampoco.

Llevábamos 1 hora y media de viaje, sonaba el Blue Album de los Beatles (gran compilado con las mejores canciones entre 1967 y 1970)  y yo venía surfeando en cámara lenta la mojada ruta en una especie de burbuja atemporal desde una posición casi horizontal. De repente engancho con la charla que estaban teniendo los chicos, me siento y me acomodo al medio como para poder hablar mejor con ellos que iban adelante. Una sensación rara, inexplicable, fuera de cualquier razonamiento lógico me hizo poner el cinturón de seguridad. Creo que fue la primera vez en mi vida que me ponía el cinturón en un asiento trasero. A los 15 minutos aproximadamente, un camión que venia delante de nosotros se descontrola y, luego de una maniobra complicada, se cruza y queda perpendicular a la ruta.   Chocarlo era inevitable y así sucedió.


Luego del fuertísimo impacto, en el cual creo no haber perdido la conciencia, me encuentro con el cuerpo y la cara golpeados y llenos de vidrios igual que los ojos. El miedo y la desesperación comenzaron a brotar de mí después de ver a Debi aplastada por el techo del auto con un tajo que le recorría casi toda la cara. Por suerte vi a Maxi bien, lo que me tranquilizo un poco y me permitió llamar al 911. Todo esto apenas pudiendo abrir solo el ojo izquierdo. En ese momento recordé que tenía unas gotas en el bolsillo, logre limpiarme un poco y sacarme los lentes de contacto. De todos modos me fue imposible abrirlos bien, solo con el ojo izquierdo podía vislumbrar algo cada tanto.

Después del choque me cambiaron la película. Del cielo de los Beatles al infierno de la ruta, los policías, los bomberos, la ambulancia y todos los condimentos negativos que puedan imaginar. No veía nada, solo escuchaba. Los primeros 40 minutos los pase en el auto dándole la mano a Debi, que estaba prácticamente inconsciente, y ayudándola a respirar. Ambos hacemos Kundalini Yoga, lo cual me permitía sentir una conexión mas profunda con ella al respirar juntos. Maxi, que era el que mejor estaba físicamente, se encargo de lidiar con la ineficiencia de la policía, los bomberos y la ambulancia, la cual tardo más de 45 minutos en llegar. Si bien no voy a negar que en un punto nos estaban ayudando, el trato humano que tuvieron creo que fue de lo que mas me afecto en todo este episodio. El esfuerzo que hacia esa gente por cuidarse el culo y que no se les complique la noche fue asqueroso. Nos falta tanta conciencia como personas que de ahí hasta que se plasme en las instituciones tenemos un largo camino por recorrer.

Esto siguió en el hospital de Zarate y de ahí, derivaciones a Capital. Un día de internación para mi, dos semanas para Debi y Maxi lidiando a pleno con la horrible sensación de ser el que manejaba. Así sucedió, y continuo con grandes amigos apoyándome en todo momento, estando ahí para lo que necesitara, una sensación invaluable. También con mucho dolor físico y mucha movilización interna. Por suerte los tres estamos bien, con esta experiencia encima y demasiado por charlar.

Yo por lo pronto tratando de no pensar demasiado ni buscándole explicaciones esotéricas a lo sucedido. No se que creo, creer o no creer es tomar partido por la verdad, decía Darío en su charla pero, ¿que es la verdad? No me parece, ni quiero que me parezca que la vida me esta dando otra oportunidad, que ahora tengo que aprovechar algo que antes, teóricamente, no venía aprovechando; de que esto me pone en la obligación de hacerme mas conciente, como si no viniera vibrando en esa frecuencia expansiva. La cuestión es que no sentí en ningún momento que me fuera a morir, no me paso toda la vida en un segundo ni nada de eso. Tuve y tengo mucho miedo y me pone triste la mierda inevitable que no pasó y las consecuencias que pueda tener esto principalmente para Debi, pero nada más por ahora.

Obvio que me pregunto porque me puse el cinturón. Muchos me dicen que fue mi mama desde el cielo, otros que fue dios dándome otra oportunidad, pero me resuena mas y creo que se lleva mejor con mis inquietudes existenciales lo que me dijo una persona con la que me reencontré hace un tiempo y que quiero mucho, y es que yo estoy vivo por mi, que el cinturón me lo puse por mis ganas de vivir.

Imagenes: James Post
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