No estar presente, flotar, la esencia perdida del cuerpo. El cuerpo sensible a todo y a nada, sin conectar. Los contextos y los lugares no llegan a cumplir su función, el alma trasciende todo. Los contactos, que deberían ser uniones fluidas, son solo apoyos y cables a tierra (no se si a la que quiero ir), que al estar el alma con tanto movimiento se viven desenchufando y haciendo chispas que pegan patadas. El cuerpo es el que sufre y el espíritu pierde vitalidad y entusiasmo. Atomización de sensaciones mínimas imposibles de agrupar y ordenar. Sensaciones en momentos equivocados. El cuerpo sigue sufriendo los desencuentros del alma. La unidad se vuelve cada vez más difícil. La multiplicidad de cosas anula la capacidad decisora, gustativa de momentos y personas. Esto es como un rompecabezas con la particularidad de que cada pieza tiene la capacidad de cambiar de forma y dibujo según como la toques. ¿Esta bueno tener fichas en nuestro rompecabezas que no respeten nuestros cambios de animo como jugadores? ¿O en ese caso es mejor cambiar de rompecabezas? ¿Se puede? ¿Buscamos uno que se adecue a nuestra forma de ser y fluctuar? ¿O intentamos fluctuar menos? ¿O nos adaptamos y aprendemos a jugar así? Me voy a ver una peli al entrepiso, porque ahora que sé que me tengo que mudar lo uso más.
Imagen: Oscar Grillo